lunes, mayo 19, 2014

Alimentación en el Niño con Espectro Autista. Dieta de Eliminación (II Parte)

Alimentación en el Niño con Espectro Autista.  Dieta de Eliminación  (II Parte)
   
Es común que los niños y niñas con espectro autista presenten algunos trastornos nutricionales, en el blog pasado conversamos sobre la hiperselectividad alimentaria y como ésta dificultad la incorporación de nuevos alimentos. En esta oportunidad resaltaremos los beneficios de realizar una dieta de eliminación, con esta terminología nos referimos a eliminar el consumo de algunos alimentos, ya que estos niños cursan con: 1) Dificultad para digerir o Intolerancias Alimentarias. 2)Acúmulo de sustancias opiáceas (ocasionado por la ruptura incompleta de ciertos alimentos como el gluten del trigo, la cebada, el centeno y la avena y de la caseína que procede de la leche o de los productos lácteos) por deficiencia de enzimas digestivas.
La eliminación del gluten y la caseína de la dieta de muchos niños y adultos autistas ha dado resultados muy positivos. En algunos casos, se ha logrado la normalización completa del niño al combinar terapias nutricionales con terapias educacionales efectivas.
Existen algunos signos que permiten sugerir una dieta de eliminación: alergias e intolerancias alimentarias, cambios de comportamiento asociados a ingesta o cambio de alimentos, trastorno de sueño asociado a alimentación, regresiones comportamentales o afectiva, preferencia excesiva por ciertos alimentos (lácteos, masas de trigo, centeno o avena), exceso de sed, sudoración, pigmentación de la piel y olor extraño (corporal o en la orina); antecedentes familiares de enfermedades metabólicas, enfermedad celíaca o trastornos del desarrollo, heces blandas o con comida sin digerir (asociadas a cambio de dieta o que se mantienen en el tiempo) y bajo peso a pesar de mantener una ingesta alimenticia.
Sin embargo, antes de iniciar esta dieta,  se debe realizar un análisis de orina que permita determinar si existe o no un exceso de péptidos, es decir, confirmar si en efecto hay acumulo de péptidos y/o metales, el desafío es diagnosticar dichas enfermedades para disminuir la sintomatología propia de ellas.
Se ha observado que estos componentes reaccionan en ciertas áreas del cerebro tales como los lóbulos temporales que participan en los procesos de integración del lenguaje y la audición.
En caso que se decidiera realizar la dieta, sugerimos eliminar primero la caseína y después de unas seis semanas retirar los alimentos con gluten.  La caseína se encuentra  en la leche de vaca, oveja, cabra y derivados de éstos como yogurt, mantequilla, helado, quesos. El gluten se encuentra en el trigo, centeno, cebada, avena, espelta y malta,
Es fundamental saber que si se eliminan los productos lácteos habrá que asegurarse que el niño ingiera la cantidad necesaria de calcio para evitar carencias.
Detallaremos brevemente cómo afectan estos trastornos de la digestión y/o absorción:
Probable Acción de Opiáceos externos
La leche de vaca y de cabra, junto con el del trigo, el centeno y la cebada, poseen ciertas proteínas (caseína y gluten), cuya estructura o partes de esta, al no ser digeridas completamente, presentan propiedades opiáceas (como la morfina). Se ha propuesto que en la población de niños autistas, existiría una mayor tendencia a presentar errores del metabolismo que impiden degradar esas moléculas y/o presentan mayor permeabilidad en las barreras naturales, por lo que esas morfinas externas (exorfinas) llegarían a sitios del cerebro que se relacionan con el desarrollo del lenguaje, la comunicación, las relaciones sociales y la modulación de sensaciones y percepciones (lóbulos frontales, temporales, parietales), alterando el funcionamiento de todos los procesos implicados en la cognición y la comunicación.
Los niños que presentan estas deficiencias, tienden a manifestar características tales como bajo nivel de atención, dificultad con las relaciones sociales, irritabilidad, trastornos del sueño, retraso de lenguaje, trastornos alimentarios, trastornos digestivos y regresión o pérdida de habilidades y conductas previamente adquiridas.
Alergias e Intolerancia Alimenticias
Muchos niños del espectro autista presentan alergias, intolerancia o hipersensibilidad a diversos alimentos, incluyendo los colorantes de dulces y diversos productos de las chucherías, los cuales provocan una serie de alteraciones intestinales, manifestaciones cutáneas y fiebres inexplicables, entre otras. También se han descrito alteraciones de las estructura del intestino, similares a la de los celíacos, en un alto porcentaje de casos.
Tales alteraciones tendrían efectos que se relacionan a su vez con problemas conductuales, irritación y llanto inmotivado, problemas de atención o autoagresión. Habría que correlacionar estas hipótesis con el tipo de conducta que presentan las personas que padecen de enfermedad celíaca o intolerancia alimenticia. La mayoría de los niños con enfermedad celíaca y/o alergias alimentarias no presentan alteraciones conductuales de ningún tipo. En particular la alergia alimentaria a leche de vaca (la forma más frecuente de alergia alimentaria en la infancia) es una enfermedad transitoria, de inicio en los primeros meses de vida y con resolución entre los 1 y 3 años en la enorme mayoría de los niños).
Si pensamos en un niño con dificultades de comunicación que siente dolores (cólicos, picazón, cefalea) o molestias que no puede comprender o explicar a nadie, podemos hacernos una idea de que, muchas veces, la única forma de expresar tales molestias la constituye el llanto, la agresión , la autoagresión o la necesidad de aislamiento.
Infecciones por hongos o bacterias y flora intestinal
La flora intestinal contiene un sinnúmero de microorganismos cuya acción permite no sólo la degradación de alimentos y absorción de nutrientes, sino que además, se constituyen en una importante barrera inmunológica.
Las dietas ricas en carbohidratos simples (masas blancas, galletas, pasteles, etc.), dulces, colorantes y bebidas  gaseosas, frecuentemente se asocian al aumento de hongos, levaduras, y bacterias en el tracto digestivo (Cándida Al-bicans, clostridia, Helycobacter pylori, entre otras). Una gran cantidad de productos alimenticios se obtienen de la fermentación de los alimentos por hongos (por ej: pan, vinagre, chocolate), los que a su vez generan una serie de toxinas que muchos de los niños con trastornos del desarrollo no son capaces de eliminar.
Junto con lo anterior, la acción de hongos, levaduras y bacterias, deteriora no sólo la flora bacteriana, sino que además debilitan el sistema inmune y hacen que las paredes intestinales se vuelvan más permeables al paso de diversas sustancias nocivas, que no han sido digeridas previamente. Entre estas se encuentran las exorfinas descritas anteriormente, por lo que frecuentemente los problemas asociados a la ingesta de gluten y caseína, se asociarían a la presencia de infecciones del tracto digestivo.
Por tal razón, muchas de las investigaciones recomiendan administrar los antibióticos a través de inyecciones, para evitar el daño a la flora bacteriana. De no ser así, se sugiere complementar los tratamientos de las infecciones respiratorias y de las otitis, con la administración de probióticos (lactobacilos sin caseína) a fin de regular la presencia de microorganismos útiles en el tracto digestivo de los niños.
Un aspecto que se asocia frecuentemente a estas alteraciones, tiene relación con la presencia constante de heces blandas, con rastros de comida sin digerir. También es posible apreciar heces de color, lo que se asocia a reacciones alérgicas frente a colorantes. La mantención de dificultades para digerir y asimilar alimentos, se acompaña de bajo peso, a pesar de que las familias reportan que los niños comen de manera habitual, lo que a su vez causa gran extrañeza a los padres.
Cuando iniciar la Dieta de Eliminación
Una vez aclarado el daño gastrointestinal y el efecto en el organismo, si se decide iniciar con la Dieta de Eliminación, el proceso suele ser lento, y aunque la evolución es muy  variable en función del niño, puede suponer un esfuerzo de uno o dos años por parte  de los responsables, sin embargo “merece la pena”, ya que las satisfacciones para la  familia y el propio niño son muy importantes.
Es importante señalar que aún no existe un cúmulo de investigaciones que permita afirmar fehacientemente la utilidad de tales procedimientos, no obstante, el reporte de familias, asociaciones de padres de niños con trastornos del desarrollo e importantes especialistas, se refieren a que una gran cantidad de niños se habrían beneficiado con tales intervenciones. En general, se señala que mejoran la atención, la capacidad de vincularse y la intencionalidad comunicativa, a la vez que disminuyen el comportamiento agresivo o auto agresivo, el llanto inmotivado o impredecible y manifestaciones como estereotipias o movimiento constante.
Es importante destacar que la mayoría de los textos y reportes que se refieren de modo más serio al tratamiento en cuestión, mencionan que no debe considerarse este como una alternativa opuesta a los tratamientos médicos. Tampoco debe considerarse como la solución final al problema, puesto que a pesar de que muchos de los síntomas cognitivos y conductuales tiendan a disminuir, la casi totalidad de los niños mantiene su diagnóstico y sigue necesitando de terapia psicoeducativa y lingüística para mejorar los diversos aspectos de su desarrollo social y académico.
Las dietas de eliminación son de difícil aplicación, sobre todo cuando los niños pueden verse afectados por muchos alimentos (alergias, adicciones, intolerancias). Esto hace que todo el grupo familiar deba adoptar un nuevo estilo alimentario y de vida, para favorecer el desarrollo más adecuado de uno de sus integrantes. La demora para preparar comidas alternativas, la dificultad para encontrar los alimentos prescritos y la dificultad para cambiar los hábitos familiares dificultan de gran manera el seguimiento correcto de tales dietas.
Otro aspecto importante se refiere a que muchos de los elementos a eliminar tardan en salir del organismo en semanas o meses, por lo que la dieta debiera hacerse por al menos 3 ó 6 meses. Muchas personas abandonan la dieta si al año no hay logros, aunque muchos lo hacen más temprano.
Por último recordemos que en la dieta de eliminación se excluyen los alimentos que contienen proteínas del gluten, caseína, colorantes y preservante que producen alteraciones de la conducta y otras, ya mencionadas por su efecto neurotóxico en el organismo, su objetivo principal como en cualquier alimentación, es promover el crecimiento y desarrollo del niño, mantener el estado de nutrición normal, sin carencias específicas. Por lo tanto, si la dieta no fuera lo suficientemente variada por existir alergias, rechazo o mucha intolerancia a diversos alimentos, ameritará el suplemento de vitaminas y minerales si es preciso, para evitar estos déficits.
Insistimos antes de comenzar una dieta de eliminación, sugerimos consultar un gastroenterólogo especializado en trastornos del desarrollo, para determinar si nuestro hijo o hija presenta problemas de absorción (enfermedad celíaca, permeabilidad intestinal) presencia de cándida o de hongos y exámenes sanguíneos para determinar alergias o intolerancias alimentarias (algunas con base genética como las intolerancias a la lactosa o al gluten). El realizar los exámenes señalados justificaría hacer o no una dieta, en lugar de intentar estos procedimientos sólo por el hecho de que han sido recomendados por familias o en páginas de internet.


Los padres siempre intentarán todo por sus hijos, lo único que pido es que se informen con fuentes confiables, sean lo más objetivo posible antes de iniciar cualquier terapia. Es claro, dentro de los principios de bioética, que las familias deben participar en el diseño e implementación de terapias para sus hijos/as (principio de autonomía), para lo cual es necesario que los especialistas les informen acerca de las principales líneas terapéuticas actuales, para que, sea posible intervenir de manera compleja, en equipo y realizando un trabajo compartido, en pos de la recuperación e inclusión de los niños afectados.
Hasta la fecha, aún con ciertos reparos, los estudios muestran una mayor efectividad en la combinación de estrategias, uniendo el apoyo farmacológico adecuado, con modificación de conducta y trabajo educativo.
Referencias Bibliográficas:
HIGUERA, M. (2010). Tratamientos Biológicos del Autismo y Dietas de Eliminación. Revista chilena de pediatría81(3), 204-214.
VENTOSO, M. R., & KANNER, C. L. (2000). Los problemas de alimentación en niños pequeños con autismo. Breve guía de intervención. El niño pequeño con autismo, 153-172.