lunes, octubre 20, 2014

La Obesidad en los Niños y Adolescentes

La Obesidad en los Niños y Adolescentes

      El problema de la obesidad en los niños y adolescentes ha aumentado considerablemente en varios países de Latinoamérica incluso en los Estados Unidos durante los años recientes. Entre un 16 a un 33 por ciento de los niños y adolescentes son obesos. La obesidad es una de las condiciones médicas más fáciles de reconocer, pero cuyo tratamiento es muy difícil. El aumento en peso no saludable debido a una dieta inadecuada y la falta de ejercicio es responsable por más de 300,000 muertes cada año. Los niños con sobrepeso tienden a convertirse en adultos con sobrepeso, a menos que ellos adopten y mantengan unos patrones más saludables de comer y hacer ejercicio.

¿Qué es la Obesidad?

    Unos kilos o libras extra no implican obesidad. Sin embargo, ello puede indicar una tendencia a ganar de peso con facilidad y la necesidad de cambios en la dieta y/o ejercicio. Generalmente un niño no se considera obeso hasta que pesa por lo menos un 10 por ciento más que el peso recomendado para su estatura y tipo de cuerpo. La obesidad comúnmente comienza en la infancia entre las edades de 5 a 6 años y durante la adolescencia. Los estudios han demostrado que el niño que es obeso entre las edades de 10 a 13 años tiene un 80 por ciento de probabilidad de convertirse en un adulto obeso.

¿Qué causa la obesidad?

    Las causas de la obesidad son complicadas e incluyen factores genéticos, biológicos, del comportamiento y culturales. Básicamente la obesidad ocurre cuando una persona come más calorías que las que el cuerpo quema. Si un padre es obeso, hay un 50 por ciento de probabilidad de que los niños sean también obesos. Sin embargo, cuando ambos padres son obesos, los niños tienen un 80 por ciento de probabilidad de ser obesos. Aunque algunos desórdenes médicos pueden causar la obesidad, menos del 1 por ciento de todos los casos de obesidad son causados por problemas físicos. La obesidad en los niños y adolescentes puede estar relacionada con:

  • No tener hábitos de comer.
  • Sobrecomer o perder la capacidad para parar de comer.
  • Falta de actividad física (eje: los niños que se pasan acostados en el sofá).
  • Historial de obesidad en la familia.
  • Enfermedades médicas (problemas endocrinológicos o neurológicos).
  • Medicamentos (esteroides y algunos medicamentos siquiátricos).
  • Cambios en la vida que les causan mucho estrés (separaciones, divorcio, mudanzas, muertes, abuso, etc…).
  • Problemas familiares o de los padres.
  • Baja autoestima.
  • Depresión u otros problemas emocionales.

¿Cuáles son los riesgos y complicaciones de la obesidad?

    Hay muchos riesgos y complicaciones debidos a la obesidad. Las consecuencias físicas incluyen: 
  • Aumento en el riesgo de enfermedades del corazón.
  • Hipertensión arterial.
  • Diabetes.
  • Problemas al respirar.
  • Dificultades al dormir.

    La obesidad en los niños y adolescentes está también asociada con un aumento en el riesgo de problemas emocionales. Los adolescentes con problemas de peso tienden a tener una autoestima mucho más baja y tienden a ser menos populares con sus padres y amigos. La depresión, la ansiedad y el desorden obsesivo compulsivo también pueden ocurrir.

¿Cómo se puede manejar y tratar la obesidad?

    Los niños y adolescentes obesos necesitan una evaluación médica por un pediatra o médico de familia para considerar la posibilidad de una causa física. En ausencia de un desorden físico, la única manera de perder peso es reduciendo el número de calorías que se comen y aumentando el nivel de actividad física del niño o adolescente. La pérdida de peso duradera sólo puede ocurrir cuando hay motivación propia. Ya que la obesidad a menudo afecta a más de un miembro de la familia, el establecer hábitos sanos de comer y hacer ejercicio regularmente como actividad familiar puede mejorar las oportunidades de lograr exitosamente el control de peso para el niño o adolescente.

    Las formas de manejar la obesidad en niños y adolescentes incluyen:
  • Comenzar un programa de control del peso con un Nutricionista.
  • Cambiar los hábitos de comer (comer despacio, desarrollar una rutina).
  • Planificar las comidas y hacer una mejor selección de los alimentos (comer menos alimentos grasosos y evitar los alimentos de poco valor nutritivo).
  • Controlar las porciones y consumir menos calorías.
  • Aumentar la actividad física (especialmente el caminar) y tener un patrón de vida más activo.
  • Supervisar lo que come su niño o adolescente en la escuela y actividades complementarias.
  • Hacer las comidas en familia en vez de estar viendo la televisión o estar en la computadora.
  • No utilizar los alimentos como premio.
  • Limitar las meriendas.
  • Ir a consulta Nutricional.

    La obesidad con frecuencia se convierte en una cuestión para toda la vida. La razón por la cual la mayoría de los adolescentes ganan peso nuevamente, es que al alcanzar su meta, ellos regresan a sus hábitos viejos de comer más calorías y a no ejercitarse. Un adolescente obeso por lo tanto tiene que aprender a comer y a disfrutar de los alimentos saludables en cantidad moderada y ejercitarse regularmente para mantener el peso deseado. Los padres de un niño obeso pueden mejorar la autoestima de su hijo enfatizando sus puntos fuertes y cualidades positivas en vez de enfocarse en el problema del peso.

    Cuando un niño o adolescente con obesidad también tiene problemas emocionales, el siquiatra de niños y adolescentes puede trabajar con el médico de la familia del niño para desarrollar un plan de tratamiento comprensivo. Tal plan ha de incluir unas metas de pérdida de peso, manejo de la actividad física y dieta, modificación del comportamiento y la participación de toda la familia.

    La alta frecuencia de factores de riesgo cardiovascular en los obesos y su correlación positiva con la adiposidad enfatizan la necesidad de implementar estrategias poblacionales para su prevención en la edad infantil.

    En Venezuela, un 30,7% de la población padece de obesidad, cifra que, de acuerdo con el informe Estadísticas Sanitarias Mundiales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), coloca a Venezuela en el primer lugar con esta enfermedad en Suramérica, seguida por Chile (29,05%) y Uruguay (23,35%). Esto se reflejó en un estudio, cuya muestra poblacional fueron 18.000 niños y adolescentes con edades comprendidas entre 7 y 17 años, Venezuela registró un 9% de incidencia de obesidad infantil.

    Tres grandes recomendaciones que reducirían significativamente estos problemas nutricionales son:
  • Evitar el embarazo adolescente, que resulta frecuentemente en un peso bajo al nacer.
  • Control prenatal: Las mujeres embarazadas deben acudir al control todos los meses. Una buena educación para la madre y el seguimiento de un especialista constante, que vigile la ganancia de peso durante el embarazo, evitará que el bebé nazca desnutrido.
  • Lactancia y cuidado del bebé: El bebé debe ser llevado a todos sus controles médicos y se le debe alimentar con leche materna, de forma exclusiva, los primeros seis meses de vida. Esta fuente de alimentación es primordial para el buen desarrollo del infante.

Los hábitos son conductas aprendidas que se repiten una y otra vez, convirtiéndose en comportamientos automáticos que definen un estilo o manera de hacer las cosas. Pueden ser sanos o insanos. Los hábitos sanos son todas aquellas conductas que favorecen el crecimiento, el desarrollo y el modo correcto de hacer las cosas, siendo insanos todos aquellos hábitos que contradicen lo anterior, deterioran o frenan nuestra adaptación y desenvolvimiento.

La adquisición de hábitos sanos o insanos dependen, en un primer momento, de la influencia de las personas que nos rodean, primeramente en la familia, luego en la escuela y posteriormente en el resto de los ambientes donde nos desenvolvemos. Un hábito se mantiene en el tiempo gracias a sus consecuencias, a las recompensas que se reciben del entorno; es por esto que las personas encargadas de la crianza deben actuar de forma consciente, es decir, con intención y trascendencia.

Criar con intención quiere decir con objetivos claros. Saber qué y para qué el niño debe adquirir determinadas conductas, teniendo presente las consecuencias de las mismas.

Y criar con trascendencia se refiere a que las conductas a enseñar sean útiles para que sean aplicadas en otras situaciones o ambientes, en el futuro. Si los hábitos adquiridos son sanos estos nos ayudarán a organizarnos, a cuidarnos y a asumir responsabilidades sobre nosotros mismos y los demás. Si los hábitos adquiridos son insanos permaneceremos en un círculo vicioso que profundizará cada vez más el deterioro de nuestro organismo y perjudicará nuestra relación con el medio.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, la obesidad es la acumulación anormal o excesiva de grasa en el cuerpo que puede ser perjudicial para la salud. Se presenta cuando por un tiempo prolongado se consumen más calorías de las que se gastan. Dicho exceso de energía se almacena en forma de grasa y el peso se incrementa.

Para prevenir esta enfermedad y trastornos como anorexia y bulimia, resulta muy importante que desde pequeños se acostumbre a los niños a comer en familia y se les brinde una alimentación variada y balanceada.
Está demostrado que frente al televisor se come más porque el cerebro no registra el nivel de saciedad, ya que se encuentra distraído.

Además, es ideal que los niños complementen su actividad escolar diaria con rutinas deportivas y juegos al aire libre, para alejarlos así del sedentarismo que significa estar durante muchas horas frente a un televisor, computadora o videojuego.

La obesidad conlleva serias consecuencias para la salud, entre éstas se incluyen problemas en las articulaciones, dificultad para respirar, trastornos en la piel, baja autoestima, enfermedades cardiovasculares como hipertensión, accidentes cerebro cardiovasculares e infartos; diabetes y alteraciones en las grasas de la sangre que se traduce en colesterol y triglicéridos altos. El niño obeso se siente excluido al no poder compartir en igualdad de condiciones físicas con sus pares, situación que le genera ansiedad, alteraciones de conducta y dificultades en el aprendizaje. Cabe destacar que cuando la obesidad se presenta en esta temprana etapa aumenta el riesgo de que crezcan siendo adultos obesos y de que padezcan enfermedades crónicas a edades tempranas.

¿Tiene niños en casa?

Los niños en edad preescolar y escolar tienen unos requerimientos de energía particulares que les permiten crecer sanos y fuertes. A esa edad deben ingerir seis comidas al día: desayuno, merienda, almuerzo, merienda, cena y merienda.

Es recomendable ofrecerles yogur y frutas en las meriendas, dejando de lado las chucherías, jugos, bebidas azucaradas y gaseosas; e incorporar vegetales en las preparaciones de las diversas comidas.

El tetero no debe ser el centro de la alimentación del pequeño, después del año, sirva la leche o yogurt en un vaso e incorpore el uso de la cuchara.
Procure usar su creatividad para variar el menú y sorprender a sus hijos con platos sabrosos que incluyan vegetales y frutas. Aprenda a gratificarlos con preparaciones y alimentos distintos a las chucherías, azúcares, grasas y comidas rápidas.

Las chucherías no deben usarse como recompensa o premio cuando el niño coma o se porte bien. Es mejor utilizar otras alternativas como paseos, juegos, actividades recreativas, calcomanías o sellitos. Ante todo hay que tener claro que no se le debe ratificar o castigar con las comidas.

La actividad física es de gran importancia a esta edad, por ello se debe motivar a los infantes a jugar con sus amigos o con la familia al aire libre. También es necesario enseñarles a manejar triciclo o bicicleta, saltar la cuerda, correr, lanzar pelotas, patinar, nadar, bailar, dar la vuelta de carnero, subir y bajar escaleras y trepar. Les favorece mucho practicar deportes en el colegio, es importante hacer lo posible para que practique uno regularmente.

La mejor manera de estimular la actividad física en los niños obesos es que los padres practiquen ejercicios junto con sus hijos, esta medida junto a una alimentación saludable, son efectivas para acelerar la pérdida de peso. Procure que diariamente practique al menos 30 minutos de actividad física, y controle las horas que dedica a la televisión, videojuegos y computadora.

Es muy importante que el niño obeso acuda periódicamente al control pediátrico, y se le tome la tensión arterial.
La Clave: Lactancia Materna.

Es muy importante destacar el papel que juega la lactancia materna como agente protector ante la obesidad y las enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación y nutrición. Está demostrado que los bebés amamantados tienen una menor ganancia de peso y de grasa corporal, y este efecto aumenta a mayor tiempo de lactancia. Además, algunos investigadores señalan que la ingesta temprana de proteínas eleva el riesgo de un índice de masa corporal (IMC) más alto. La leche materna tiene entre 60% y 70% menos proteína y entre 10% y 18% menos densidad calórica que las fórmulas.

Adicionalmente, la desnutrición en el primer año de vida puede programar al metabolismo como ahorrador de energía. Si más tarde ese individuo ingiere alimentos en exceso, se dispara ese mecanismo que conduce a desarrollar las enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación y nutrición, como la obesidad.

Para frenar esta tendencia es fundamental promover la lactancia materna exclusiva y a libre demanda durante por lo menos los primeros seis meses de vida del bebé. Luego complementar la lactancia con la incorporación progresiva de otros alimentos, uno a la vez, de acuerdo a la recomendación del pediatra.

Sabía que...
  • No es recomendable incluir chucherías en la lonchera escolar, dado que el azúcar de los dulces quita el hambre pero no alimenta y el exceso de sal puede llegar a ser nocivo para la salud. Acuerde con el niño cuando puede disfrutar de alguna chuchería.
  • En Venezuela es frecuente encontrar en un mismo hogar un padre obeso e hipertenso, una madre embarazada anémica, un escolar con sobrepeso y un lactante desnutrido.
  • Para disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares en la edad adulta del bebé por nacer, es necesario vigilar el estado nutricional antes y después de la concepción en la mujer, así como su ganancia de peso durante la gestación.